La firma Rabe y Menchón cumple treinta años al servicio del desarrollo comercial tandilense
Es una sociedad de hecho, no una sociedad de palabra. Así, Rabe y Menchón cumplió treinta años al servicio de su clientela. Dos apellidos indisociables en el ámbito comercial local.
Héctor Roberto Rabe y Juan Carlos Menchón comenzaron a trabajar juntos casi por causalidad. Se conocieron en el Bazar San Martín, donde Rabe trabajaba como empleado y Menchón concurría asiduamente como cliente. A veces, también hacía algunos trabajos para la firma, puesto que se desempeñaba en el área de las construcciones metálicas e instalaciones de gas.
Antes de la comercialización y reparación de heladeras, cocinas, hornos, freidores y todo lo que conforma el bazar gastronómico, el trabajo de Rabe y Menchón se limitaba a dos actividades: arreglar licuadoras, afeitadoras eléctricas y enceradoras, e instalar calefactores. Sobre la base de coraje, maña y también conocimiento, eran una solución para los desperfectos de la cotidianidad.
Toda esta etapa transcurrió mientras ambos desarrollaban sus actividades principales. En síntesis, Rabe y Menchón era, en un principio, un trabajo paralelo que se realizaba en los tiempos que sobraban y podrían haber destinado al ocio. Una señal de la cultura del trabajo que los atraviesa aún hoy.
Así estuvieron un año, hasta que en 1978 instalaron su propio taller en la esquina de Alberdi y Machado. El trabajo que habían comenzado en los ratos libres se convirtió, a la fuerza, en la actividad principal, por lo que cada uno abandonó su trabajo y se dedicó de lleno a la naciente sociedad.
Los clientes de entonces recuerdan que pasaban por el taller temprano en la mañana y entrada la noche, y siempre las luces estaban encendidas iluminando el trabajo de Rabe y Menchón. Cuando salían a hacer las reparaciones a domicilio, la esposa de Juan Carlos, con Maximiliano en brazos (hoy al frente de la firma), cuidaba del taller hasta su regreso.
En 1981 compraron un baldío en la intersección de San Lorenzo y Las Heras, con la idea de la expansión. Hoy, en esa esquina se levanta una casa comercial con treinta años de trayectoria en esta ciudad.
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Los hacedores
Héctor Roberto Rabe y Juan Carlos Menchón dialogaron con este Diario sobre la historia de la firma. Inicios, progreso y vaivenes en la palabra de los hacedores.
-Ustedes no tenían amistad cuando iniciaron la sociedad.
Menchón: -No. Nos conocimos en el Bazar San Martín. Roberto trabajaba ahí y yo solía ir. Hacía algunos trabajos. Trabajábamos fuera de hora y cuando nos encaminamos, arrancamos de lleno con el negocio.
-¿Cuál de los dos le propuso al otro empezar a trabajar juntos?
Rabe: -Yo trabajaba con otro muchacho, reparando, hasta que él se fue al sur. Entonces me quedé solo. Hacía lo que podía y a veces me ayudaba Juan Carlos. Así empezó la cosa.
-¿La colocación de calefactores también llegó azarosamente?
Menchón: -Sí. Hacíamos todo lo que podíamos. En esa época todo el mundo colocaba calefactores. Nosotros reparábamos y colocábamos. Después, muchas cosas se dejaron de hacer, porque el tiempo no nos daba.
-¿Cuándo se trasladaron al primer taller?
Rabe: -En el ?78. Por eso nosotros no cumplimos treinta años, cumplimos treinta y uno. Esto es simbólico, por la primera apertura. Empezamos a trabajar en Alberdi y Machado. Ahí alquilamos seis años. Pero en el ?81 compramos esta esquina (N.d.R: San Lorenzo y Las Heras). Era un baldío. Y a los ponchazos, de a poco, comenzamos a edificar.
-¿Cuándo comenzaron con la comercialización de amoblamiento para cocina y refrigeración?
Rabe: -Empezamos en el ?85.
Menchón: -Esa fue una cosa que nosotros teníamos en mente. Pensábamos que con la valija, haciendo reparaciones, no íbamos a poder andar siempre. Tampoco íbamos a tener las ganas. La norma era pensar en hacer otra cosa, para cuando tuviésemos una determinada edad.
-A pesar de que Maximiliano ahora está al frente del negocio, dice que consulta todo con ustedes. ¿Quieren despegarse un poco del manejo?
Rabe: -Es imposible. Mientras tenés el negocio, tenés que estar.
Menchón: -Nunca te podés desligar, si bien está Maxi, que ya maneja todo.
Maximiliano Menchón: -Son adictos al trabajo. Así hay que definirlos (risas).
Menchón: -Las operaciones las define él. Antes querían hablar con nosotros. Ahora, si estamos o no, es lo mismo. Los clientes vienen al negocio y preguntan por él.
-¿Todavía les quedan clientes de los primeros tiempos?
Menchón: -Muchos se fueron cerrando, pero algunos sí. Daedaz, por ejemplo, que empezamos casi juntos, y la Carnicería Testa.
Rabe: -Sucede que estamos en Argentina. Los ciclos económicos nos llevaron al cierre de muchos comercios.
-¿Y hay empleados que los acompañan desde hace mucho tiempo?
Menchón: -Sí. Hay que hacer mención al queridísimo César Raúl Fernández. El hace 16 ó 17 años que trabaja con nosotros y vale nombrarlo en este aniversario. Es un hombre que ha colaborado y colabora mucho con nosotros, y también es muy querido por nuestros clientes.
-A propósito de los vaivenes económicos, ¿Rabe y Menchón también pasó por crisis donde debatió su continuidad?
Rabe: -Sí. En el ?95 y ?96, eso fue terrible. Pero peor fue en 2001. Del ?99 al 2002 fueron todos años difíciles. Si en 2001 la crisis seguía, realmente ya no sabíamos qué íbamos a hacer. Había deudas de todo tipo. No podíamos pagar nada, ni los impuestos. No reparábamos ni vendíamos. Nos mirábamos.
-Para el final. Después de tantos años, ¿se hicieron amigos o mantienen una relación puramente comercial?
Menchón: -Nosotros somos amigos. Cada cosa que precisamos entre nosotros, estamos. Y pasamos mucho tiempo juntos. Yo no me creo socio de él. Ya no es una sociedad.
Rabe: -El éxito de la sociedad está ahí, en no pensarla individualmente. Si pensamos en algo, lo hacemos para los dos. Siempre fuimos así. Y eso es lo que nos lleva a seguir estando juntos.
El legado
Como se ha dicho, Maximiliano Menchón, el hijo mayor de Juan Carlos, es ahora el encargado del negocio. Y la cuestión familiar no acaba ahí. Su hermano, Juan Pablo, también trabaja para la firma, en el taller ubicado hace veinte años en Cabildo y Bariffi. ?Yo nací cuando se formó la sociedad?, contó Maximiliano.
-¿Cómo se dio tu incorporación al negocio?
-Siempre lo digo: tuve todas las oportunidades para poder estudiar, pero no las quise aprovechar. Entonces, mi viejo me dijo: ?O estudiás o trabajás?. Decidí y me vine acá, al taller. Después me fui quedando en las ventas, un poco más en el negocio, y así seguí. Pero siempre con el apoyo de ellos. Porque aunque mi papá sea uno de los dueños, yo siempre voy a ser un empleado.
-¿A qué edad comenzaste?
-Dejé de estudiar a los 13 años y empecé a trabajar acá. En los veranos yo ya venía. Creo que ese fue uno de los puntos por los que no seguí estudiando. Trabajaba y ellos me pagaban, y cuando uno empieza a sentirle el gusto a la plata de uno…. Después terminé el secundario e hice otros estudios, pero todo a destiempo.
-¿Cuántos empleados tienen en la actualidad?
-La firma tiene doce empleados. Y ellos dos, Rabe y Menchón, ?los jefes?, trabajan en el taller como dos empleados más.
-¿Qué es lo que más te sorprende del vínculo entre los dos?
-Bueno, andan juntos para todos lados y, como lo dije, son adictos al trabajo. Pero sorprende que dure tantos años una sociedad de hecho. Esto no está constituido jurídicamente, es de palabra. Son Rabe y Menchón que se juntaron e instalaron un negocio, que ya lleva treinta años.
Rabe y Menchón: toda una trayectoria en amoblamientos y refrigeración, que cumple treinta años al servicio de los tandilenses.*
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