Haciendo honor a nuestra historia
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El histórico vuelo de Yuri Gagarin en su misión Vostok 1, convirtiéndolo en el primer ser humano en el espacio. Valentina, también soviética, la primera mujer en salir de la atmósfera terrestre. Más aquí en el tiempo, el “pequeño paso” de Armstrong para convertirnos en una especie interplanetaria. Con el paso de las siguientes décadas, diversas y numerosas sondas semiautomáticas de visita por todo el Sistema Solar y la construcción y puesta en órbita de la mismísima Estación Espacial Internacional, ese impresionante conglomerado de cilindros habitados por seis astronautas que con el tamaño de un estadio de fútbol la convierten en el satélite artificial más grande que se haya construido.
Acontecimientos y logros que siempre vemos “de lejos”, que pertenecen a otros países. Semejantes hazañas pueden llegar a lograrse sólo a partir de firmes decisiones políticas, las cuales permitieron a estas naciones convertirse en lo que son: potencias mundiales. Nunca dudaron en cómo lograrlo; cuál era el camino correcto. Y no es casual que todas alcanzaron la meta a partir de la
misma apuesta: industria, ciencia y tecnología.
Pero permítanme contarles un par de historias que quizás pueda sorprenderles ya que, en términos porcentuales, muy pocos argentinos conocen. Nuestro país ha pertenecido a estas grandes y selectas ligas. A partir de la década de 1940, Argentina comenzó a desarrollar un impresionante complejo tecnológico-industrial a partir del IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado) en donde se fabricaban aviones, autos y motos; Fabricaciones Militares, empresa desarrolladora de armas cortas y cañones; la Fábrica Militar de Pólvoras en nuestra vecina localidad de Azul y los Altos Hornos Zapla, corazón de la industria siderúrgica nacional.
En este contexto virtuoso es que con los años crece la idea de generar no solo un programa nuclear sino también espacial. Se crea la Comisión Nacional de Energía Atómica (1950) y la de Investigaciones Espaciales (CNIE) (1960), logrando esta última enviar al espacio y retornarlos sanos y salvos a diversos animalitos, entre ellos, Belisario (un ratón) y Juan (un mono misionero). Estos lanzamientos fueron realizados a partir del desarrollo de diversos cohetes. Es decir, Argentina contaba hacia fines de los ’60 con un más que interesante programa espacial. Al momento en que Belisario y Juan se convertían en los primeros astronautas argentinos, nuestro país ocupaba el cuarto lugar en la historia en realizar este tipo de experiencias, sólo por detrás de Estados Unidos, la Unión Soviética y Francia.
Esta gran historia continuó su curso creciente hasta que a partir del inicio de la última dictadura militar comienza su declive. El programa de lanzadores (cohetes) literalmente desaparece en los ’90, salvándose a duras penas el área dedicada al diseño de satélites. Por aquellos años la agencia espacial argentina (primera en Latinoamérica) pasa a llamarse CONAE (Com. Nac. de Actividades Espaciales). Es así que hacia fines de aquella década comienza el desarrollo de la serie de satélites de aplicaciones científicas SAC.
Como hemos contado en este mismo espacio, una de las “joyas de la abuela” con la que cuenta Argentina es sin duda alguna nuestras universidades nacionales. Si bien los vaivenes político-socioeconómicos han hecho que nuestro país sufriera de movimientos pendulares que afectaron negativamente el próspero desarrollo de la nación, sus recursos humanos siempre se han caracterizado por su excelencia, reconocida en todas las latitudes del globo. Bastó una vez más la decisión política para que a partir del inicio del siglo XXI Argentina comenzase nuevamente un ciclo virtuoso en el área espacial. En esta ocasión, además de incrementar notablemente el desarrollo de la industria satelital, era nuevamente el turno de comenzar a pensar en viajar por medios propios. Es así que junto al diseño y construcción de los satélites geoestacionarios Arsat 1 y 2, da inicio el Proyecto Tronador, el vector argentino que permitirá colocar en órbita terrestre cargas de hasta 250 kg.
Como en todo programa de lanzadores, previamente al lanzamiento y puesta en marcha de un cohete como el Tronador II, es necesario realizar una serie de pruebas con vehículos más pequeños y experimentales. En tal sentido, los Vehículos Experimentales (VEx) 1a y 1b ya fueron testeados. A diferencia de lo expresado en muchas fuentes informativas, la prueba por la que pasó el VEx 1a fue exitosa. Si bien estaba planeado un lanzamiento y su correspondiente vuelo, su misión principal no era la de volar en sí mismo sino la de testear toda la comunicación interna (electrónica y mecánica) en el vehículo como así también entre éste y la base de lanzamiento. Esto se logró con total éxito aunque uno de los pernos de seguridad de la plataforma de lanzamiento se demoró en soltarse pocos milisegundos, provocando su caída. La foto con el VEx 1a en posición horizontal fue utilizada para eclipsar lo que en realidad fue un objetivo plenamente logrado.
Posteriormente, en agosto de 2014, el primer lanzamiento de un VEx (el 1b) se produjo por la noche, elevándose por los cielos de la localidad bonaerense de Pipinas. Podés disfrutar de este emocionante lanzamiento en el video que guarda el código QR que acompaña estas líneas.
Llega ahora el turno del VEx 5a, el último de esta serie antes de probar el primer Tronador. El VEx 5a, a diferencia de sus hermanos menores, constará de dos etapas, es decir, una vez consumida una primer parte del cohete, ésta se desprenderá y se encenderá una segunda y más pequeña que la primera a fines que el VEx cobre más altura. La buena nueva es que hace muy pocos días, el vehículo ya ha sido transportado a su plataforma de lanzamiento en Pipinas.
Al momento de crearse la CNIE en 1960, sus directivos recibieron la visita del por entonces administrador de la NASA, Hugh Dryden, quien les dijo que si querían contar con un programa espacial propio, deberían quemarse los dedos con pólvora. Es grato ver que si bien ha existido un cambio de administración a nivel nacional, el proyecto Tronador continúa con vida. Porque en definitiva lo que Dryden estaba expresando es lo que millones de argentinos pensamos. No todo se compra, al contrario, es necesario pensar, diseñar y construir. Esto es lo que genera soberanía en los pueblos y en particular, trabajo a sus habitantes. Espero sinceramente que hayamos aprendido de nuestra propia historia. El desarrollo de los VEx implica un enorme número de pymes contratistas generadores de tubos metálicos, cables, interruptores, software. No se trata simplemente de volar por medios propios, sino en particular de construir y desarrollar de una buena vez por todas la nación que merecemos.
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