El gran mapa galáctico
Una gran roca al costado de un río, o un determinado árbol. Simples meros ejemplos de objetos que en más de una ocasión seguramente fueron de suma importancia para el hombre primitivo a fin de ubicar un determinado camino hacia su destino. Más aquí en el tiempo, mapas cada vez más precisos permitieron a generaciones de navegantes conquistar nuevas tierras. Y en tal sentido, sin duda alguna las estrellas fueron faros en el cielo a partir de las cuales dichas conquistas fueron posibles.
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Fueron, y lo son. Porque las misiones Apollo a la Luna o las más importantes misiones espaciales contemporáneas siguen haciendo uso de las estrellas para poder orientar los navíos en el espacio.
Es fácil imaginar entonces la importancia que subyace en los mapas estelares. Mapas que se complementan con los denominados catálogos, los cuales son básicamente una lista tabulada de estrellas con sus respectivos nombres y sus coordenadas celestes (es decir, sus coordenadas en el cielo), entre otras características.
El primero de los catálogos estelares fue realizado por un extraordinario observador griego hace ya más de 2.000 años. Su nombre, Hiparco, de la ciudad de Nicea (hoy Turquía). Varios siglos más tarde, más precisamente en el siglo XVI, el más grande de los observadores pre-telescópicos, el danés Tycho Brahe, regaló a la humanidad otra impresionante colección de coordenadas. Las precisiones de Tycho eran tan grandes que gracias a las mismas, Johannes Kepler pudo descifrar las tres leyes fundamentales de los movimientos planetarios alrededor del Sol.
Sin duda alguna, la astronomía siempre estuvo interesada en poseer la mayor cantidad de estrellas con sus coordenadas precisas a fines de contar con los mejores sistemas de referencia. No solo la astronomía. Tengamos en cuenta la importancia que conlleva para la vida humana una excelente medida del tiempo. Pues bien, la medida de períodos temporales (el día por ejemplo, o el año) no es más que períodos rotacionales de cuerpos celestes (la Tierra sobre su propio eje, o alrededor del Sol). ¿Te habías percatado de ello? El poder medir de la manera más precisa tales períodos temporales implica la observación de los cielos con la mejor técnica que pueda implementarse.
Es por ello que la Agencia Espacial Europea (ESA) ha estado desde hace décadas en busca de la construcción de los mejores catálogos. Y es así que en 2013 lanzó al espacio la misión Gaia. Puesta en órbita a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, y acompañando a esta en su órbita alrededor del Sol de manera tal que el astro rey, la Tierra y la Luna siempre se encuentren de espaldas a sus instrumentos, Gaia comenzó su actividad científica en julio de 2014. Con el objetivo de medir posiciones, velocidades y luminosidad de miles de millones de estrellas, esta misión es la más importante de la historia en la materia.
Hace muy pocos días, el 14 de septiembre pasado, la ESA publicó el primer catálogo estelar producido por Gaia. Se trata ni más ni menos que de un listado de 1.142 millones de estrellas de nuestra galaxia con sus respectivas coordenadas, lo que representa el mayor catálogo de objetos celestes de la historia. En otras palabras, es el mapa más preciso de la Vía Láctea hasta el momento. En la figura se puede observar a la Vía Láctea vista de canto, donde cada uno de los puntos que forman esa especie de nube blanca son justamente las 1.142 millones de estrellas observadas por Gaia. Las dos grandes nubes blancas hacia la parte inferior derecha son las dos galaxias más cercanas a la nuestra: las galaxias irregulares Gran Nube de Magallanes y Pequeña Nube de Magallanes siempre observables en noches claras desde el hemisferio sur y a ojo desnudo.
Pero hay más. De esas estrellas, 200 millones ya se habían catalogado en otros dos trabajos realizados por la ESA en las últimas dos décadas: los catálogos Hipparcos y Tycho, obviamente en honor a aquellos grandes observadores. Esto hizo posible comparar los datos de los nuevos resultados con los obtenidos en los últimos 20 años. De esta manera, se logró algo realmente muy importante: determinar los movimientos propios de esas 200 millones de estrellas. El poder conocer no solo las posiciones de los objetos sino sus propios movimientos, permiten indagar con mucha más firmeza acerca de la dinámica de nuestra galaxia, es decir, como se comporta y evoluciona. Para tener una idea más cabal de lo que implica Gaia, se la puede comparar con el catálogo más importante con el que se contaba, Hipparcos (principios de la década del 90), el cual registraba unos 80 cúmulos estelares y observaciones hasta unos 1.600 años luz. Los resultados presentados por el equipo de Gaia muestran 400 cúmulos y distancias de hasta 4.800 años luz. En el código QR puede
observarse un hermoso video el cual simula un viaje desde nuestro sistema Solar hacia el cúmulo de estrellas más cercano, el de las Hyades. El mismo fue realizado por la ESA justamente con los datos aportados por Gaia.
De todas maneras, Gaia no se contenta con determinar posiciones y movimientos, sino que además es capaz de medir la luminosidad, temperatura y hasta elementos químicos de muchos de esos objetos celestes. Esto le permitirá a los astrónomos, entre otras cosas, calibrar como nunca antes se había logrado, las técnicas para medir distancias en el universo, algo fundamental para continuar avanzando en cosmología.
Otra de las series de observaciones que está efectuando Gaia tiene que ver con la búsqueda de exoplanetas y con centenares de miles de asteroides, lo cual es fundamental no sólo por el avance científico en sí mismo sin en particular por cuestiones de seguridad para la humanidad ante una posible colisión de uno de estos objetos con nuestro planeta.
El tiempo de vida de la misión es de 5 años. Evidentemente, y por lo mostrado por la ESA en estos días, un tiempo más que suficiente para que Gaia nos siga dejando asombrados a medida que sigan llegando sus impresionantes resultados.
(*) Director de Gestión Planetario Ciudad de La Plata
Licenciado en economía de la Universidad de Buenos Aires y Doctor en Economía (Ph.D.) por la Universidad de Michigan (EE.UU.). Director del Instituto de Economía de la Unicen. Profesor full-time en la UTDT y director del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) - UTDT.
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