El faro del sur
Al igual que las Tres Marías en la constelación del cazador Orión, la Cruz del Sur es un clásico del cielo para los que habitamos esta región del planeta. Siendo la más pequeña de las 88 constelaciones oficialmente aceptadas por la Unión Astronómica Internacional, la famosa Crux (tal es su nombre oficial) representa literalmente un faro celestial ya que a partir de ella es posible orientarnos espacialmente. Para ello, solo basta tener en cuenta un detalle: la orientación de la Cruz en el cielo.
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¿Cómo ubicar entonces los puntos cardinales a partir de las cuatro estrellas que la conforman? He aquí la clásica receta. En primer lugar deberemos reconocer los ejes de la cruz (mayor y menor), algo sencillo, por cierto. Una vez ubicados ambos ejes (también se los denomina cruceros), deberemos centrar nuestra mirada en la estrella más brillante de la constelación. Se trata de Acrux, y es el astro ubicado sobre el eje mayor más alejado respecto del eje menor (ver gráfico). A partir de Acrux, en línea recta y en sentido contrario a la cruz, debe extenderse unas cuatro veces y media el eje mayor. En ese punto de “llegada” está ubicado aproximadamente el Polo Sur Celeste, el cual representa la intersección del eje imaginario de rotación terrestre con el cielo. En otras palabras, toda la esfera celeste gira alrededor de este punto imaginario. Finalmente, ubicado el Polo Sur Celeste, deberemos trazar una línea vertical hacia el horizonte. Allí mismo, en ese preciso lugar, se encontrará el sur geográfico. Vale mencionar que esta metodología para ubicar los puntos cardinales es mucho más precisa que la brindada por una brújula, ya que esta nos indica el norte (y en consecuencia el sur) magnético, el cual presenta un interesante desplazamiento respecto de sus homónimos geográficos.
Acompañando siempre a la Cruz tendremos a dos estrellas brillantes las cuales pareciera que la están “apuntando” continuamente. De hecho, en la jerga astronómica se las denomina “los punteros”. Ambos punteros pertenecen a otra constelación vecina a la Cruz. Se trata del Centauro, un grupo de estrellas mucho más amplio en extensión respecto de esta última. Los punteros son las dos estrellas más brillantes del Centauro. Por convención astronómica, a cada estrella de una constelación se le asigna una letra del alfabeto griego en función de cuán brillante es. De este modo, a la más brillante de todas le corresponde la letra alfa, para continuar en orden alfabético con las restantes a medida que decrecen su brillo. Siendo ambos punteros los más brillantes del Centauro, estos amigos no son más que Alfa y Beta del Centauro respectivamente.
De los dos punteros, el más alejado a la Cruz es Alfa Centauro. “Esta” estrella guarda un particular secreto. Como podrá apreciarse, hemos encomillado “esta” ya que si bien a simple vista se observa una estrella, cuando apuntemos con un pequeño telescopio podremos apreciar que en realidad son dos los astros allí presentes; dos astros que giran uno alrededor del otro de manera permanente como consecuencia de la mutua atracción gravitatoria que se ejercen.
Pero las sorpresas no terminan allí ya que la realidad indica que no son solo dos estrellas sino que hay una tercera, un poco más alejada de estas. Así que podemos afirmar que en la zona de Alfa Centauro tenemos no una o dos estrellas sino una terna; tres objetos que guardan una curiosa cualidad: se trata de las tres estrellas más cercanas a nuestro Sistema Solar. De hecho, de ellas tres, esta tercer amiga es justamente la más cercana al Sol y por ello se la denomina Próxima Centauri; se encuentra a unos 4,2 años luz (algo así como uno 40 billones de kilómetros), es decir, viajando a la velocidad de la luz (300.000 km/seg), tardaríamos 4,2 años en llegar. Extremadamente lejos en términos humanos y extremadamente cerca en lo que respecta a lo astronómico.
Muchas curiosidades, ¿verdad? Lo interesante es que hay mucho más para contar. Justamente el año pasado, en 2016, se tuvo una gran noticia respecto de Próxima Centauri ya que nuestra vecina más cercana ¡posee un planeta! Se lo bautizó como Próxima b y los cálculos de los astrónomos indican que se encuentra a unos 7 millones de kilómetros de su estrella (Próxima), muy cerquita en comparación a los planetas de nuestro Sistema Solar respecto del Sol, a tal punto que un año en este exoplaneta dura unos 11 días terrestres.
Si bien el hecho que la estrella más cercana al Sol posee un planeta no es un dato para nada menor, este suceso se agiganta cuando se toma noción que Próxima b no solo es rocoso y de un tamaño similar al terrestre sino que además se encuentra en la famosa zona denominada de “habitabilidad”. ¿Qué significa ello? Que la distancia a su estrella le permitiría tener agua (si la tuviese) en estado líquido, lo que agiganta la conjetura de todo lo referente a la posibilidad de contar con vida al menos microorgánica.
Como podrá apreciarse, son muchos los secretos que guarda el cielo, por ejemplo, los existentes en la Cruz, esa amiga incondicional de los que habitamos el hemisferio sur. Estoy seguro de que cuando vuelvas a observarla, lo harás ya con otra mirada.
(*) Director de Gestión Planetario Ciudad de La Plata
Licenciado en economía de la Universidad de Buenos Aires y Doctor en Economía (Ph.D.) por la Universidad de Michigan (EE.UU.). Director del Instituto de Economía de la Unicen. Profesor full-time en la UTDT y director del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) - UTDT.
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