Carta de lectores
Defensores
Señor director:
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Quería hacer presente este agradecimiento a toda la gente que se encontraba en el episodio de persecución policial que ocurrió el 3 de diciembre pasado, en la esquina de Marconi y Moreno de esta ciudad, ya que sin la ayuda de ellos hoy mis heridas serían más graves. Hoy solo me quedan algunos magullones y un dedo de la mano sin sensibilidad.
Es como si estas personas, en ese instante de locura generalizada en el que no se podía esbozar una razón, hubiesen detenido el tiempo, enfrentando verbalmente a todos los policías que allí se encontraban e inclusive filmando con un teléfono celular, que fue lo que definitivamente hizo que dejaran de maltratarme.
No recuerdo haber visto claramente a la mayoría de estas personas, tanto policías como defensores, ya que me taparon la cara con mi propia remera imposibilitando así que los viera, pero sí recuerdo el momento en que una de las oficiales dijo: “¡Paren que nos están filmando!”.
Mi agradecimiento va directo a ellos, mis defensores, las personas que no se quedaron calladas, y al hecho de que ellos hicieran que me dé cuenta de las herramientas que tenemos cuando le sucede algo similar a cualquiera.
(Levantar la voz, una mirada directa al agresor o agresores, acompañada de la advertencia verbal de que va a ser o van a ser denunciados, hacer que más personas observen el episodio, cualquier medio tecnológico que tengamos a la mano, etc…).
En fin, saber que tenemos el derecho y la facultad de exigir que se actúe correctamente en todo ámbito. Aunque ello sea la causa o consecuencia de lo que aquí describo.
Derechos más facultad aplicados, igual a deber moral. Gracias.
Atahualpa Copaitich
DNI 24.844.742
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Como sociedad, ¿qué nos esta pasando?
Señor Director:
A quien corresponda, me gustaría una explicación. No para mí. Sino en defensa del turismo tandilense del que muchos ciudadanos que habitamos aquí estamos orgullosos de tener una ciudad donde personas de distintos lugares nos visitan por ser Tandil un lugar turístico.
Yo no pertenezco a la Dirección de Turismo como tampoco a ningún partido. Sí me importa la gente. Y los seres humanos que van de buena voluntad a rezar tanto sea para agradecer o hacer un pedido en esos lugares “supuestamente llamados de oración” que merecen ser respetados.
Ni yo, ni nadie tiene porqué saber las internas de los lugares turísticos que figuran en el mapa.
Ayer (por el sábado) con muy buen criterio una persona nos llevo a conocer el famoso Cerro de la Virgen. Ibamos a rezar y a agradecer. A pasar un buen momento.
Pero solo recibimos insultos, agresiones verbales irrepetibles por parte de quienes dicen ser los dueños del lugar y de la Virgen.
Si hoy existen nuevas normas, lo lógico es que cuando un auto estaciona haya gente que se acerque y transmita cuáles son las condiciones para poder ingresar a un lugar donde hasta no hace mucho tiempo tenía entendido que se hacían peregrinaciones caminando y también se ingresaba en auto para aquellos que no podían realizar el camino de a pie.
Nadie lo hizo, cuando con buen criterio y con mucho cuidado el señor que nos llevaba acercó el auto hasta unos metros para que esta persona que no podía movilizarse bien pudiera ver a la Virgen. Yo me fui caminando, rezando, hasta que dos personas me insultan, haciéndome pasar obviamente un mal momento. Yo podría haber sido un turista. No podía creer las barbaridades irrepetibles que me estaban diciendo.
Les dije que, como tantos, desconocía el lugar, que tenía entendido que era público, pero que si querían cobrar, lo hicieran. Que yo era una persona de las tantas que trabajan en forma anónima y desinteresada para que los lugares turísticos y públicos se mantengan en buen estado. Por eso no le iba a permitir esas agresiones e insultos.
Obviamente nos vinimos con mucho dolor, con mucha tristeza. Por eso digo, señores, ese no es un lugar de oración. Y si pretenden que lo sea, pongan personas que tengan amor por lo que hacen y por sobre todas las cosas amor por los seres humanos.
Nora Giacobone
Artista plástica
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En Tránsito se lavan las manos
Señor Director:
Buenas tardes, mi nombre es Imanol, tengo 26 años, y soy residente de nuestra querida ciudad.
Por medio del presente, quería hacerles llegar mi queja.
El pasado jueves 24 de noviembre, me presenté en la planta alta de nuestra Terminal de Omnibus para realizar la renovación de mi licencia de conducir, realizando la prueba práctica en el Lago del Fuerte con un auto y una motocicleta de manera exitosa, al igual que la prueba audiovisual.
Después de haber abonado las correspondientes tazas y aguardado hasta el lunes 5 de diciembre, me dirigí nuevamente hasta la planta alta de la Terminal de Omnibus a retirar mi licencia de conducir. Esa misma tarde, ya en mi trabajo y después de haber circulado con mi moto vehículo, me doy cuenta de que los datos especificando la cilindrada del mismo eran incorrectos.
El martes 6 de diciembre me dirigí nuevamente a la planta alta de la Terminal de Omnibus para advertir lo ocurrido, y solicitando que me dieran una solución inmediata, una constancia, o algo provisorio para poder circular. Ya que en caso de sufrir un accidente, el seguro no se haría cargo de los daños debido a que por el error cometido por la Dirección de Tránsito, yo estaría conduciendo un vehículo de mayor cilindrada a la permitida en mi licencia.
Después de haberles pedido por favor una solución al error que ellos habían cometido, me dijeron que no era posible brindarme ningún tipo de constancia o documento provisorio para poder circular.
Ni el señor Hernán Gaiada, que se encontraba en el lugar, ni sus empleados, pudieron o quisieron brindarme solución alguna, ni siquiera cuando les comenté que yo al vehículo lo utilizo para trasladarme hacia mi trabajo.
La única respuesta que obtuve fue la siguiente: ‘Usted cuando le entregan un documento, debe corroborar que todos los datos se encuentren de manera correcta’.
Yo quisiera preguntarles, qué sucedía si yo, sin darme cuenta del error, lesionaba a un tercero en un accidente y el seguro no me cubría. La irresponsabilidad y poco profesionalismo con la que se manejan y se lavan las manos, asusta.
Imanol Reich
DNI 35.970.128
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La costumbre de la inseguridad
Señor Director:
El día de la Nochebuena un chico entró agonizante al hospital Piñero en brazos de su abuelo. Le habían pegado un balazo en la cabeza, dos motochorros. Acaba de fallecer. Uno más entre los tantos crímenes diarios.
Desde la recuperación democrática lloramos ya casi tantos muertos inocentes como la de los años sangrientos de la dictadura. Es impresionante la sencilla naturalidad con la que la sociedad argentina se habitúa al terror.
Ya pasó antes. Hoy formamos una organización, una asociación, otra más de madres, exigimos justicia, castigo, clamamos por el destierro de la violencia de género, pero seguimos llorando a las víctimas del terror. Los avisos más efectivos de la tele son los que hablan de cómo prevenir ser víctimas de un delito.
En los últimos treinta y tres años el Estado, cuando no ha sido victimario, se conforma con la contención social que brindan las asociaciones de víctimas; la sociedad también se conforma: el Poder Judicial mira hacia otro lado y espera otras leyes que el Poder Legislativo no dicta porque el costo político es muy alto. Todo está muy bien. Pero afuera siguen disparando.
La manera edulcorada con la que retratamos la realidad dura, lleva a los más absurdos disparates del idioma. Desde hace unos años la gente que vive en la calle no es miserable, indigente, pobre está en “situación de calle”. ¿Desde cuándo la calle es una situación? Las mujeres golpeadas están en “situación de violencia doméstica”. Si queremos solucionar los dramas sociales deberíamos llamar a las cosas por su nombre. Borremos la palabra “situación” de nuestro lenguaje periodístico.
María Sirignano
DNI 4.315.290
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¿A los políticos por qué no?
Señor Director:
“No son pobres en conflicto con la ley penal”, son personas de “todos” los extractos sociales que deciden robar, secuestrar, violar, matar, vender drogas, corromper menores, estafar, etc. Simplemente queremos que esperen su condena tras las rejas y que no salgan hasta cumplir la totalidad de la sentencia.
Queremos que vivan en las mejores condiciones carcelarias, que se alimenten, que estudien, que hagan cursos de derechos humanos, que trabajen para mantener a sus familias y para reparar el daño ocasionado a sus víctimas. Que cambien para poder recibirlos otra vez entre nosotros.
Los que no delinquimos también merecemos tener derechos humanos, merecemos vivir sin rejas, sin riesgos de ser asaltados, atropellados, secuestrados, violados y estafados. Señores diputados y senadores, por favor, hagan algo bueno por lo que lo votaron; respetar el derecho de todos es democracia no nazismo, como dicen algunos. Estas leyes también son para el bien de ustedes, no se olviden que a ustedes y sus familias también les puede pasar.
María F. Alvarez
DNI 3.871.415
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La Iglesia de Tandil
Señor Director:
Estoy triste y tengo un dolor muy grande por lo que ha pasado. Lo venía viendo, aunque ya hace mucho no concurro a misa, entro todos o casi todos los días a la iglesia (mi iglesia) porque ahí hace muchísimos años se casaron mis padres, ahí me bautizaron a mí y a mis dos hermanos. Mis hermanos y yo fuimos a la doctrina para tomar la Primera Comunión, luego la Confirmación. Desde chicos, mientras mamá nos acostaba y tapaba, rezaba el Padrenuestro, los tres hermanos repetíamos. Ibamos todos los domingos a misa.
Ya de muy grande me iba dando cuenta que no creía en la confesión (no podía hablar con alguien llamado Ministro de Dios), ni tampoco tomar la Comunión. Si de algo tengo que arrepentirme hablo con Dios, ante esa bendita cruz que representa nuestro señor Jesucristo. A él le agradezco. Pido por mi salud y mis hermanos enfermos, por los que quiero y sufren, por la paz de mi Argentina. Todos los días cuando me levanto agradezco a Dios que respiro, veo, camino.
Ultimamente entro a la iglesia y ciertos días, no sé dónde estoy, si estoy en un lugar de “joda” (como dicen los chicos) o la cada de Dios. No puedo detener que convencerme en lo primero de ninguna manera, una falta de respeto total.
Basta de explicaciones porque ya lo saben.
Mucha gente (fieles), no concurren más, se alejaron. Eso es muy triste, jamás pensado. Los últimos acontecimientos provocados por el que se dice llama “Padre” Fernando Lede Mendoza colmaron el vaso.
Mi opinión: Ese “Padre” Fernando Lede Mendoza se tiene que tomar el buque ¡Ya!.
Para no seguir ensuciando la iglesia.
Está en los responsables decidir “El” o el pueblo de la ciudad de Tandil, que somos los dueños de la iglesia del Santísimo Sacramento, recuperar los fieles de Tandil que ya no van.
Frenar hasta que esto no vaya a mayores.
Hoy estuve, o sea ayer 30/12/2016, llamé a la puerta a la izquierda del altar. No abrieron.
Teresa Castelnuovo
DNI 3.693.074
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