El recuerdo de Romeo a 20 años del campeonato en Malasia: “La pelota llegaba limpia”
5 de julio de 1997. Estadio Shah Alam, de Kuala Lumpur, en Malasia. Un grupo de jóvenes argentinos celebra la coronación en el campeonato mundial de fútbol para menores de 20 años. Entre ellos luce la sonrisa ancha de Bernardo Romeo.
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Unos 16.000 kilómetros más acá, en Tandil, muchos de sus afectos más cercanos gozan a la par de “Tatata”, su apodo más familar. Son los que lo siguieron creciendo como alumno del San José, los que lo vieron de rugbier en Los Cardos hasta que decidió que la ovalada no era lo suyo y se inclinó por la redonda. Otros, como papá Carlos y mamá Inés, lo disfrutan in situ.
Veinte años después, “Berni” accede a la charla con El Eco de Tandil. En tiempos ajetreados por su labor de manager deportivo en San Lorenzo de Almagro, pero siempre dispuesto al diálogo con la gente de su ciudad.
-¿Cuándo fue tu primera convocatoria para el seleccionado juvenil?
-Fue meses después del Mundial de Qatar 1995, cuando se empezaba a preparar la siguiente camada para Malasia. Estaba muy latente la consagración del ’95 y era un orgullo que me llamara José Pekerman.
-¿A partir de ahí te sumaste a los entrenamientos?
-Sí, se entrenaba mucho. Yo estaba de lunes a miércoles concentrado en AFA y de ahí íbamos a jugar amistosos al interior, incluso lo hicimos en Tandil. Fue una preparación intensa, para el Sudamericano de Chile y después para el Mundial de Malasia.
-¿Para el Sudamericano ya eran un grupo consolidado, de chicos que se conocían bien?
-Sí, totalmente. Para mí, esa fue la virtud más grande de José, junto con Hugo Tocalli, el profe Salorio y Urtasún. Armaron un grupo sensacional. A la hora de competir, eso se notó mucho.
-¿En esa época habías debutado en Primera?
-Eso fue en agosto del ’95, poco después del ascenso de Estudiantes. El club me ayudó mucho, siempre me dieron permiso para entrenarme con la selección.
-¿Para el Sudamericano ya te sentías adentro de la lista o tenías dudas?
-Siempre estuve con mucha confianza, José me transmitía eso. Había jugadores de gran nivel y no podía aflojar nunca, pero estaba cumpliendo mi sueño de jugar en la selección.
-¿Fue especial la preparación para Malasia?
-Fuimos a una gira previa, por China, donde el equipo fue apareciendo. Varios de los chicos ya habían debutado en Primera, como Samuel, Cufré, Franco, Riquelme…
Y después, llegar a Malasia era especial. Recuerdo los nervios previos al debut y a la competencia.
-No se notaron tanto los nervios. A los 9 minutos del primer partido, gol de Romeo…
-Fue una linda satisfacción. Había mucha expectativa entre la familia y los amigos. Pudimos sacar adelante ese partido contra Hungría y nos íbamos perfilando bien.
-Contra Canadá y Australia, también te tocó convertir, aunque los resultados fueron diferentes.
-Es verdad, a Canadá le ganamos 2 a 1 y con Australia perdimos 4 a 3. Esa derrota fue sobre la hora y así quedamos segundos en la zona. Nos tocó Inglaterra en octavos de final y hubo que cambiar de sede (NdR: de Kangar a Johor Bahru, distante algo más de 800 kilómetros).
-Fueron pasando Inglaterra, Brasil, Irlanda y Uruguay en la final. ¿Alguno te sorprendió especialmente?
-A Brasil y Uruguay los conocíamos del Sudamericano. El que me sorprendió fue Irlanda, era un equipo durísimo, fue un partido trabado y costaba mucho entrarles. Nosotros veníamos de ganarle a Brasil y parecía un rival sencillo, pero nada que ver.
-¿Ahí hiciste historia con un gol especial?
-Me tocó hacer el gol número mil de los mundiales Sub 20. Me entregaron la pelota de ese partido Julio Grondona, que era nuestro presidente; y Joao Havelange, presidente de FIFA. La tengo guardada en casa.
-Debe ser difícil comparar selecciones con equipos de club. ¿Pero ese de Malasia fue el mejor equipo que integraste?
-Fue uno de los mejores. Jugué desde los 17 hasta los 34 años y hubo dos que me marcaron mucho. El otro fue el San Lorenzo de 2001, cuando ganamos el campeonato y la Copa Mercosur, con record de victorias consecutivas para el fútbol argentino.
-¿Qué tenía esa selección?
-Para los delanteros, era todo muy fácil. Porque teníamos a Riquelme, a Aimar, a Cambiasso. A Samuel, Placente y Serrizuela saliendo desde el fondo. Yo tenía que acomodarme, buscar el espacio y la pelota llegaba limpia para definir.
-¿A qué atribuís que los actuales seleccionados juveniles estén tan lejos de ese nivel?
-Después de aquella, hubo varios equipos muy buenos, incluso se ganaron tres mundiales más (Argentina 2001, Holanda 2005 y Canadá 2007).
Pero es verdad que últimamente nos costó mucho. Creo que son importantes los proyectos, la seriedad de trabajo y la disciplina. Por ese camino, se puede recuperar el prestigio en juveniles.
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